martes, 11 de mayo de 2010

" De vuelta "


Tras casi un mes de apagón (también) digital, hoy he vuelto y me he decidido a colgar esta entrada. En realidad no sé si ha sido porque al despertarme hoy con mis 40 años recién estrenados me he levantado más responsable y maduro, que no creo, o por el rapapolvo que me echó ayer mi amigo Fernando por el parón del blog, a quién no le faltaba razón.

En primer lugar os quería agradecer a todos los que de una u otra manera habéis participado (y espero sinceramente que lo sigáis haciendo) en este blog, ya sea leyendo, opinando o ignorándolo, porque todo ello contribuye a su contenido; y también porque gracias a todos he conseguido una estupenda calificación de la asignatura del máster que dio el empujón final al nacimiento de este blog como os comentaba en alguna de las entradas iniciales.

Dicho esto, a partir de ahora todo lo que aquí se siga tratando seguirán siendo opiniones y temas de interés personal, para lo que continúo admitiendo vuestras sugerencias, al margen totalmente de la línea universitaria inicial centrada sobre todo en E-Business y Redes Sociales.

Os dejo a continuación un texto del escritor Fernando Aramburu sobre esto último, concretamente sobre Facebook, que frase por frase me ha dado mucho que pensar y en su conjunto más todavía. ¿Y a vosotros?


Se ordenan solitos por orden alfabético. Forman mi rebaño cordial y balan sonrientes por escrito en mi pantalla como yo balo en las suyas. A diario dos o tres me piden amistad. Desde la adolescencia no me ocurría nada semejante: fulano y mengano son ahora amigos. He llegado a trabar amistad con amigos que ya antes eran mis amigos. Y con otras personas a las que nunca he visto ni seguramente veré; pero de las que me fío porque balamos en rebaños comunes. Ya no hace falta abandonar la soledad para disfrutar de compañía. Puedo estar con alguien sin la obligación de su presencia. Anoche, un tipo sospechosamente parecido a mí me pidió amistad. Por un pelo no pulsé la orden de ignorar. Luego reconocí mi cara de cordero, la poca malicia con que avento mis intimidades, y confirmé. Ahora soy amigo mío, me caigo bien y balo.”