Natural, espontánea, sencilla, sincera,
libre, cariñosa, feliz, preciosa, ...
… así es GRACIA.
Y es que estoy convencido de que
ninguno de los que tenéis la gran suerte de conocerla podéis decir lo
contrario.
Natural como la vida misma (puta
vida ésta, por cierto), ya sea jugando con los niños, riendo con los
amigos, despertando por la mañana o llorando sobre mi hombro.
Espontánea porque ¿para qué disfrazar
o esconder los sentimientos? Aquí y ahora. Si hay que reir, rie; si hay que
llorar, llora; si hay que luchar, lucha; si hay que morir, … muere… ¡¡mierda!!.
Sencilla, y es que realmente no sé qué fachada se le puede ver
desde el exterior, ni me importa, porque vosotros y yo conocemos cómo es por
dentro; pero sí sé la cantidad de veces que tras profundizar en nuevas
amistades he oído cómo le han dicho que a priori parecía más fría. ¿Timidez?.
Quizá. Pero enseguida dejaba ver su sencillez y su modestia. ¿Cuántas veces al
recibir halagos por un simple pero estupendo partido de pádel se ha quitado todos los méritos
de encima?. Le ponen enferma las falsas apariencias y no puede consentir que
alguien la valore por encima de lo que ella considera que merece. ¡¡Qué equivocada estás mi niña!!, pero así
eres tú.
Sincera porque da igual si es políticamente correcto o no decir lo
que piensa, ella lo hace. “¿Pero por qué
voy a esconder mis ideas?. Mi intención no es molestar a nadie, pero tampoco
voy a callar mi opinión si esto es lo que pienso”, me dice. Nadie, y
repito, nadie, puede decir que no afronta las cosas de cara y que intenta
aclarar cualquier malentendido por pequeño que parezca.
Libre. Y es que quizá de esa naturalidad, espontaneidad y sinceridad
saque sus fuerzas para ser tan libre como el aire que alza su pelo y su blusa
al viento en esta foto de septiembre en Mykonos. No tiene ataduras con nadie ni
acepta bailar al son que le toquen. No. Ella baila como siente la música. ¡¡Me encanta!!
Cariñosa, siempre está pegada a nuestros hijos y a mí con besos y
abrazos. Y con vosotros, ¿qué os voy a contar?. Quizá no sabéis hasta qué punto quiere a sus amigos; os adora y os defenderá donde y ante quien sea necesario.
Feliz como podéis ver en
su cara y es que nada más puede haber tras una sonrisa como la suya que no sea
felicidad. Si en algún momento lo niega, sabemos que no es más que por su afán
de superación y el ansia por conseguir la nueva meta personal que se acaba de
plantear tras conseguir alcanzar la anterior. Es muy feliz porque siente cuánto
la queremos, lo sabe y lo disfruta.
Preciosa y aunque sé que aquí mi opinión nuca podrá ser objetiva
después de estar a su lado 25 años cumplidos este mismo mes de octubre, me da
igual. ¡¡Es preciosa!!
Así es GRACIA y así será siempre en
mi corazón.
¡¡Te quiero!!