martes, 6 de abril de 2010

“Internet como escenario actual de los negocios, ¿o no?”


Muy alejados de aquella visión de 30 años atrás de Eduardo Galeano, pero dentro de lleno de su “era de los desechables”, nos plantamos ahora ante esa nueva dimensión que representa Internet. En este caso intentaré sacar conclusiones desde el punto de vista de la empresa sobre la conveniencia o no de utilizar ese medio para realizar negocios y contribuir al crecimiento de la misma.

Como es obvio, la decisión empresarial de entrar o no dependerá en gran medida del tipo de negocio de la empresa. No es lo mismo la zapatería del barrio de toda la vida que una compañía de productos digitales que comercialice fundamentalmente artículos de aplicación directa en la red. Pero incluso para el primero de estos casos ha habido ejemplos en los que a través de Internet la empresa ha cambiado radicalmente su modelo de negocio y ha traspasado las barreras físicas nacionales, invisibles en la red, extendiendo sus ventas por todo el mundo (por ejemplo, una tradicional tienda de artículos de nieve de Andorra que ahora es una de las más fuertes distribuidoras por Internet a nivel mundial).

Muy importante aquí es la nueva personalidad de los consumidores en la red y su interrelación tanto con la empresa como entre ellos mismos, aunque esto será algo que trataré en otro post. Los consumidores ahora tienen una infinita capacidad para conocer la oferta (buscadores, comparativas de precios,…), para diseñar la oferta de valor (personalización de los artículos y servicios a la carta, calidad de servicio a medida,…) y para “sancionar” públicamente a las empresas ante malas experiencias con las mismas (foros, redes sociales,…).

El conocimiento de los nuevos consumidores por parte de la empresa y la interacción con ellos serán vitales para el desarrollo del negocio en la red. Así la compañía debería preguntarse ¿cuál es su público objetivo?, ¿cuál es la propuesta de valor que les ofrecerá?, ¿qué parte de sus potenciales consumidores utilizan Internet como canal? Y ¿en qué medida el producto que ofrece es fácilmente estandarizable para que pueda darse a conocer sin trabas al público?

También parece claro que Internet es un mercado mucho más competitivo que otros entornos: los precios son más bajos, se reajustan constantemente, hay gran dispersión de ellos y la demanda no es más elástica. Y, como diría Inmaculada Rodríguez (Profesora de la UOC), “… no sólo los consumidores se benefician de menores costes de obtención de información. También las empresas tienen mayores facilidades y menos costes para conseguir información sobre los consumidores, para interactuar con ellos y para desarrollar programas de marketing más adaptados a sus particulares características”.

Una cuestión que en este escenario juega en contra de la empresa es la mayor dificultad para el posicionamiento y la diferenciación de su marca debido a la gigantesca competencia existente. Esa dificultad se puede contrarrestar con estrategias que pasen por la creación de comunidades virtuales, que ofrezcan información imparcial sobre la propuesta de valor y con la utilización de vínculos con nombres de marca de los entornos físicos.

Dada la multitud de emisores y receptores de información cruzada en la red, nos movemos en una interactividad constante con nuestros consumidores. Pero la misión de la empresa debe pasar por “ganarse” las visitas de su público fomentando para ello dos nuevas sensaciones: “telepresencia”, por la que el usuario de nuestra web pierde la noción del mundo externo y se mete de lleno en lo que ve en su pantalla, y “flow”, que es aquel nivel de concentración del usuario en su pantalla que le lleva a perder la noción del tiempo.


Definitivamente, las ventajas del negocio en Internet, tanto para empresas como para consumidores, parecen claras respecto a los espacios físicos, y las principales podrían ser: la ausencia de limitaciones espaciales y temporales, la economía, la interactividad, la conectividad y la atención personalizada. Por todo ello, se puede concluir que prácticamente para la totalidad de las empresas sí es conveniente su presencia en la red; en mayor o menor medida dependiendo del caso particular de cada una de ellas, pero Internet sí representa un escenario totalmente apto para todo tipo de negocios, ¿o no?...

6 comentarios:

  1. Me sumo a esta aventura nueva en la que te has metido. Prometo seguirte de cerca y aportar mi opinion para que no hagas caso y aciertes. Por cierto, el artículo de Galeano, que ya conociamos los de la red social de Poblete, es impresionante. Estamos perdiendo el norte y debemos encontrarlo. Espero, estoy seguro, que este blog nos ayudará mucho

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  2. Desde ya cuento con esa opinión tuya.

    Sólo una cosa, dudo bastante que este blog pueda ayudar a alguien. Podríamos conformarnos con que fuese un lugar común de encuentro y opinión.

    Gracias Fernando.

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  3. Enhorabuena amigo!!! Como tú bien dices Internet es un lugar donde podemos perder la noción del mundo externo. Espero que aún contando con tu blog y sabiendo de tí y de tus opiniones a través de él, no abandonemos nunca las viejas costumbres de hacer lo mismo cervecita en mano y de cuerpo presente. Yo también soy un poco de la antigua escuela como Galeano.

    ¡¡Mucha suerte con este proyecto!!

    Mª del Mar Sánchez-Migallón Andrés

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  4. Hi Mary!! Como tú bien sabes, "lo cortés no quita lo valiente". Cuenta conmigo para seguir disfrutando de esos ratitos también.

    Gracias por tu apoyo.

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  5. Hola amigo, como te comente en privado, cuenta con esta humildde pluma para intentar arreglar cosas que no tienen arreglo, más o menos eso es el progreso no?, por cierto, para abrir boca echalé un vistazo a un articulo, que me llamó la atención desde que lo leí y versa sobre las nuevas tecnologias para variar, suerte en el proyecto, yo me canse en uno parecido, tu no lo haras, es más fácil desde la barrera que tareando, así que ya tenemos tu y yo Blog. Espero que perseveres. Miguelón.

    Asombro.-
    Fernando tiene 81 años. Es aficionado a la música y a la poesía. El sábado estuvimos en su casa y emocionado, me enseñó una canción que un amigo suyo le había pasado en un disco, sin nombre ni identificación. “No sé de quién es, pero es maravillosa”, me dijo. Era un tema de piano, con aires de tango. “Llevo una semana tratando de sacarla al piano, para escribir su partitura”, afirmó.

    Con total naturalidad, saqué mi iPhone, abrí Shazam, acerqué el teléfono al altavoz y en quince segundos tenía toda la información sobre lo que escuchábamos: autor, intérprete, nombre del disco y sello discográfico.

    Me metí en Google, hice una búsqueda y conseguí la partitura en PDF. Fernando, con los ojos como platos, me miraba como si fuese el brujo del pueblo. Estaba casi en shock. No dejaba de decir cosas como “increíble” y “gracias, gracias”. Para mí, que estoy todo el día rodeado de cacharros, era lo más normal del mundo.

    Al salir de su casa, todavía con la sonrisa en la cara al recordar la sorpresa de Fernando, me asaltó un pensamiento al que no dejo de darle vueltas:
    “¿Y yo, cuándo fue que perdí la capacidad de asombro?”.

    Me quedé un poco triste, la verdad.

    Autor:
    Por Joaquín Márquez Correa

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  6. Pues realmente quizá sean cosas como las de tu aporte u otros momentos íntimos de reflexión los que nos devuelvan esa capacidad perdida (aunque más bien dormida diría yo, si me permite el señor Márquez Correa) de asombro.

    Lo que suele ocurrir es que quizá en nuestra rutina diaria no somos capaces de cuadrar ese pequeño momento para ver "nuestro aquí y ahora" y valorar nuestros avances, nuestros logros y nuestros posibles desfases con los tiempos,... lo que seguramente sí sería capaz de asombrarnos al menos un poco cada día.

    Gracias por tu comentario amigo Miguel.

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